23 de diciembre de 2016

Los Conquistadores de lo Inútil

Hola amig@s. Esta semana no hay reportaje de ninguna ruta. Entre el poco tiempo libre que, por razones laborales, suelo tener en diciembre, y que esos pocos días libres que he tenido ha estado lloviendo, pues me he quedado sin rutas para publicar. Así que esta circunstancia me ha venido al pelo para continuar con algo que comencé en 2011 y que no le dí continuidad: las reseñas de libros con temática montañera. En aquella ocasión os reseñé y recomendé "Annapurna-Primer Ochomil, la Gran Aventura" en el que Maurice Herzog nos narra la conquista de la primera montaña de más de ochomil metros. Pues bien, uno de los protagonistas de aquella épica aventura es el protagonista, valga la redundancia, de esta nueva reseña, se trata del mítico Lionel Terray y su autobiografía "Los Conquistadores de lo Inútil", una obra que no puede faltar en la biblioteca de todo buen amante de la montaña que se precie.






Lionel Terray nace, en el seno de una familia noble, en Grenoble (Francia) el 25 de julio de 1921 y muere, junto con Marc Martinetti, en accidente de escalada en el macizo de Vercors (Francia) el 19 de septiembre de 1965, a los 44 años de edad. En esos 44 años se forjó una de las carreras alpinísticas más legendarias de mitad del siglo XX, buena parte de ella nos la narra Terray en este "Los Conquistadores de lo Inútil".

Esta autobiografía está desgranada en ocho capítulos, en los dos primeros Terray nos descubre sus excelentes aptitudes físicas, que de bien joven le hacen destacar en numerosos deportes, pero enseguida muestra una pronta pasión por la montaña, el esquí y la escalada, deporte que empieza a practicar desde muy joven y pese a una firme oposición paterna, cosa que hizo que estuviese distanciado de su padre durante muchos años. Con los años se van sucediendo sus primeras escaladas y van llegando las primeras conquistas alpinas, algunas, según él, modestas, como la travesía del Grépon, y otras ya más importantes como el Col du Caïman o la apertura de la Norte de l'Aigulle des Pèlerins, ambas en compañía de otro grande, Gaston Rebuffat. En estos dos primeros capítulos Terray también nos cuenta como compaginaba la escalada con los trabajos en su granja de Chamonix y su labor como instructor en la disciplinada institución J.M. (Juventud y Montaña), en la que entró de forma voluntaria.

Terray también participó en la Segunda Guerra Mundial, y nos lo cuenta en el tercer capítulo, formando parte de la resistencia francesa contra los nazis defendiendo las montañas fronterizas con Italia, aunque, y como según cuenta él lo único que hicieron fueron escaramuzas "alpinístico/militares" para intentar provocar a unos alemanes que no tenían mucha gana de pelea, y apenas entró en combate cuerpo a cuerpo.

En el cuarto capítulo Terray nos cuenta como conoció a Louis Lachenal, con el que formó una de las mejores y más míticas cordadas de la historia del alpinismo. Juntos hicieron grandes escaladas como, por poner solo unos ejemplos, la Cassin en el Piz Badile en solo siete horas y media, la cuarta ascensión al espolón norte de la Walker en las Grandes Jorasses, a la que hace especial hincapié en este capítulo, y como no, la segunda ascensión a la temible Nordwand del Eiger.

A la norte del Eiger le dedica íntegramente el siguiente capítulo, y no solo a la épica ascensión junto con Lachenal, que nos cuenta con todo lujo de detalles, sino también nos hace un repaso a los trágicos y anteriores intentos al "ogro" antes de que la cordada germano/austriaca formada por Heckmair, Vörg, Harrer y Kasparek resolvieran el "último gran problema de los Alpes". También dedica un buen espacio a narrarnos su participación en un arriesgado rescate de unos alpinistas italianos, que quedaron enriscados en esta mítica pared suiza.

Terray también ejerció de guía de alta montaña, y en el sexto capítulo, nos ofrece su particular punto de vista ya no solo de esta profesión, sino también su manera de ver el mundo del alpinismo.

Obviamente no podía quedar fuera de esta autobiografía la gran aventura del Annapurna, en la que Terray fue pieza clave, ya no solo para que el hombre pusiera al fin sus pies sobre una cima de ochomil metros, sino también para poder sacar con vida de la montaña a la cordada, Herzog/Lachenal, que conquistó el Annapurna. Le dedica un capítulo entero a esta expedición, a la que le hace un exhaustivo repaso, desde un breve repaso a la historia de Nepal y como quedó prendado de la cultura y las gentes de este país, y pasando por los preparativos de la expedición, y como no, contándonos cual fue su importante labor tanto en el ascenso como en el trepidante y dramático descenso, bajo una fuerte tormenta y con vivac en una grieta incluido, del Annapurna, en el que lograron escapar de las garras de la muerte, bajo un precio muy caro eso sí, las congelaciones  y consiguientes amputaciones de todos los dedos de las manos, a Herzog, y de los pies, a Lachenal. Finalmente dedica unas líneas a cada uno de los integrantes de esta legendaria expedición.

El último capítulo Terray nos descubre otras facetas suyas, como la de conferenciante y cineasta y también hace un pequeño resumen de otras ascensiones realizadas, como las primeras al Makalu, junto a Jean Couzy, o al Fitz Roy, formando cordada con Guido Magnone. También destaca otras ascensiones como las himaláyicas Jannu o Chomo Lonzo o la andina Chacraraju.

En definitiva, una lectura recomendadísima, repleta de apasionantes y heroicos relatos de escalada y alpinismo, como él lo llama, primitivo, contados por un alpinista de leyenda, y que merece ser degustada párrafo a párrafo y página a página.

Sin más os emplazo a la lectura de esta obra. Cierro esta reseña con algunos párrafos del libro, podría haber puesto un montón, pero creo que estos tres, y el epílogo, definen a la perfección la esencia de la obra.

Un saludo a tod@s.

"El alpinismo no se considera generalmente como un deporte, lo que a veces parece discutible. Sea lo que fuere, esta actividad se diferencia del resto de los deportes por el hecho de que el hombre, en lugar de enfrentarse a otros hombres, con el vano deseo de superar a su semejante y sin duda de poder pregonarlo, lucha contra las fuerzas de la naturaleza y su propia debilidad."

"Salvo excepciones bastantes raras, al alpinista no le espera la gloria, incluso ningún espectador puede animarle. Sin otro testigo que su compañero de cordada, en la soledad y el silencio de la montaña, se bate por la única satisfacción de vencer el obstáculo que se ha impuesto, sólo por el orgullo de sentirse fuerte y valiente. Ningún juego está tan desprovisto de las contingencias humanas, ninguna actividad es más pura, más desinteresada que el alpinismo en su forma primitiva, y es precisamente en esta sencillez, en esta pureza, donde residen su grandeza y su seducción."

"Pero aunque se mueven cerca del cielo, en la pureza infinita de un mundo de luz y belleza, los alpinistas no son ángeles. Siempre son hombres y su corazón sigue manchado por la maldad de un mundo del que proceden y al que, pronto o tarde, deberán volver."

"Si en realidad no hay ninguna roca, ningún serac, ninguna grieta que me esté esperando en algún lugar del mundo para detener mi carrera, llegará un día en el que, viejo y cansado, encontraré la paz entre los animales y las flores. El círculo quedará cerrado, y por fin seré el simple pastor que añoraba ser en mis sueños de niño."
                                 
                                                                                                                       Lionel Terray.






Terray en el Annapurna.

Terray en la cima del Eiger, cargando con el italiano Claudio Corti, único miembro de la cordada italiana atrapada en la Nordwand que pudo ser rescatado con vida.

Terray lleva en brazos a su compañero de cordada Lachenal, con los dedos de los pies amputados, a su llegada a París, tras la victoria en el Annapurna.

Terray y Guido Magnone, horas después de haber realizado la primera ascensión al Fitz Roy.

Terray en la cima del Makalu, primer hombre en poner el pie en la cima de la quinta montaña más alta de la tierra.


8 comentarios:

  1. Hola Dani.

    Tu sin crónicas para escribir, y yo, creo que más de una cincuentena pendiente, jeje, te voy a tener que contratar como becario :)

    Pues yo este libro no lo he leído, pero si el de "Annapurna-Primer Ochomil", que es de esos libros que no deben faltar en la mesilla de un buen montañero, tomo nota de este, a ver si cuando tenga un rato, le echo un vistazo.

    Felices Fiestas.

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    1. Si me lo pagas bien...jajaja.
      Hubo una época en la que publicaba la crónica de una ruta al día siguiente de haberla realizado, incluso horas después!!!, pero ya desde hace un tiempo que dejo que se me acumulen un poco las rutas a describir, para así tomarme con más calma la redacción de las crónicas, pero es que lo de este último mes ha sido increíble, ya que solo dispongo de los domingos, y no todos, para salir al monte, y ha llovido todos, por lo que me quedé sin material, sin ir más lejos la ruta en Espadà con Toni y Maru la hicimos el martes 6 festivo, y tuve que esmerarme para tenerla publicada en domingo, cosa a la que ya no estoy acostumbrado jejeje.
      Respecto al libro, leer el de Herzog fue el detonante para comprarme y leerme este de Terray, y a raíz de este, y con todos los relatos que cuenta sobre el Eiger, tendré que comprarme la Araña Blanca jeje

      Igualmente Eduardo, que pases unas felices nochebuena y navidad con los tuyos, un saludo!!

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  2. Hola Dani,

    Que raro se me hace que te quedes sin material para publicar.
    Si que es cierto que por allí no os ha parado de llover, que hacía falta, pero alguien se ha dejado el grifo abierto demasiado tiempo.
    No conocía ninguno de los dos libros que comentas, pero vista la crónica de este y lo bien que habas del otro, no me va a quedar más remedio que comprármelos.
    A ver si nos podemos ver estos días que voy a estar por Montanejos.
    Feliz Navidad y a disfrutar de la familia y la montaña.

    Un abrazo!!!

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    1. No veas que rabia estar toda la semana currando, esperando a que llegue el domingo, y cuando llega, zas, a llover, y mira que tenía planeadas algunas rutitas chulas, nada, ya las haremos ;-)
      De los dos libros, yo te recomiendo más el de Terray, vale que el del Annapurna narra un acontecimiento que marcó un antes y un después en el mundo de la montaña, pero Los Conquistadores de lo Inútil tiene una narrativa más romántica y apasionada y opino que le da mil vueltas al libro de Herzog, que no deja de ser una buena lectura, ojo.

      Felices fiestas a ti también David, un abrazo.

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  3. Hey Dani!!

    Que bueno esto de las crónicas de libros; que como sabes soy un enamorado. Este que nos muestras, creo que fue el primero que me leí de alpinismo y me dejo maravillado. Como dices; un alpinista de leyenda.

    Ahh y tranquilo, si no hay excursión para publicar, pues crónica de libro al canto ;)). El de Rebuffat, Estrellas y Borrascas, es la montaña hecha poesía, altamente recomendable.

    Y termino también unos párrafos de Terray. " Solía vagar a través de los bosques y los campos, e intentaba penetrar en los misterios de la vida. La oscuridad envolvía a la naturaleza y todo parecía más silencioso que nunca."

    Salud montañero.

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    1. Pues viendo la aceptación de lectura que está teniendo está crónica seguro que en un futuro publico más reseñas literarias, no me lo esperaba, la verdad. Lo que si que sabía es que caería un comentario tuyo, por eso, por tu conocida pasión por la literatura de montaña, y también porque estamos hablando de un alpinista como los que dejaron una huella imborrable, y que como le decía a David que narraba sus escaladas con una pasión y un romanticismo que enamora, esa manera de narrar esos agónicos vicacs, esos "couloirs" repletos de verglass, esas clavijas incustradas en fisuras ínfimas, y que separaban la delgada linéa entre la vida y la muerte, la forma de narrar todo eso es increíble. Me apunto el libro de Rebuffat, y volvemos a lo de antes, los relatos de montaña de ahora ya no se cuentan como los de mitad de siglo XX, dos abanderados de esta manera de escribir, Ochoa de Olza y García Pascual se nos fueron, menos mal que todavía nos quedan por ahí Messner o Kurtyka.

      "...por fin mi oído siempre atento, captó el característico crujido producido por el paso del hombre sobre la nieve. Entonces me precipité hacia el exterior, justo a tiempo de ver llegar a Herzog, solo. Con la ropa y la barba con un aspecto muy extraño porque estaban cubiertas de escarcha, me anunció, con los ojos iluminados por la alegría, la victoria. En aquel solemne minuto traté de estrecharle la mano. ¡Horror! Lo que me ofrecía era un pedazo de hielo, duro como el bronce..."

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  4. Hola Dani.

    Toma ya, me encantan tus cronicas libreras. Que buena pinta tiene, además de lo de la montaña parece una pequeña crónica de la historia de Europa y Francia de aquellos años con la Resistencia Francesa. Me llama mucho. Lo intentare encontrar.
    Las fotos y los parrafos que has puesto son brutales. Ese última parrafo, sabiendo que murió de accidente a los 44 pone los pelos un poco de punta.
    En cuanto a que no hay rutas no te preocupues, ya saldrás y acumularas, y si no, como dice Javi, libro al canto. Yo estoy como Eduardo, que tengo acumuladas, entre recopilaciones y que mi nivel de salida al monte es muy alto pues siempre tengo algo. Esta semana sin ir más lejos la tengo de vacaciones y hasta Nochevieja que nos vamos a Alcalá con los suegros, saldre de ruta todos los días.
    De todas formas, me imagino que la entrada resumen the best of 2016 irá la semana que viene, no?

    Un abrazo fuerte.

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    1. Efectivamente, ayer terminé de escribir y dar los últimos retoques al resumen y seguramente el jueves lo publicaré, tengo pendiente de comentarte el tuyo, el cual me volveré a leer gustosamente ;-)

      También has dado en el clavo, pues el libro va contando historias de montaña, pero al mismo tiempo va dejando pinceladas de como estaba la situación social en aquellas décadas tan convulsas, y ya no solo en Europa, sino que el tío te contaba un poco la situación de los distintos países que van apareciendo durante la lectura: Suiza, Canadá, Nepal, Perú, Argentina...Terray no solo fue un gran escalador y alpinista sino también un gran contador de historias.
      El epílogo está escrito como si conociese su destino, lo paradójico es que su muerte se produjo, y tras haber realizado tan dificultosas ascensiones en su carrera, en una escalada de tercer grado muy sencilla.

      Un abrazo.

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